sábado, 29 de diciembre de 2007

Un poco de .... Matemática???

Y si, no tenía que faltar....
Mi paso por la carrera de Matemática en la facultad de ciencias exactas de la UBA, breve pero me marcó para toda la vida, tanto fue así que me dediqué a la enseñanza en el nivel medio y terciario, de esa materia, y me ha dejado gratos recuerdos....
Amigos, que aún conservo, anécdotas, el bar, algún ayudante.... y profesores, buenos recuerdos, bochazos aparte...
Uno de ellos es el ya célebre y mediatico Adrian Paenza, quienes los mas niños no lo conocen como nosotros, los adultos , como comentarista de futbol...
Y quizás haya sido su paso por ahí, que le haya dado la gran didáctica que tenía para la enseñanza, digo tenía... y seguramente la conserva, claro, preciso, y exigente. La carrera lo reclama....
Ahora ha publicado libros en que muchos chicos se interesaron, MATEMATICA, ESTAS AHI?, que supone razonamiento lógico, indispensable para todo... no solo para la matemática, por que hay situaciones que propone que no necesariamente tenés que ser un célebre y consagrado matemático.- Solo ingenio, pensar, razonar... bah.... lo que nunca hacemos...
Para quienes quieran tener el libro... además de comprarlo pueden bajarlos desde la pagina de la facultad..... http://exactas.uba.ar (legalmente)
Y de paso conocen un poco y pasean por la facu, y sus carreras... tan poco publicitadas... de donde han salido muchas personas que han emigrado....
y aqui va una nota al Dr. Paenza....
11 de Diciembre de 2007
Creciente interés social por la matemática
La seducción de los números
A poco de recibir el Premio Konex de Platino a la divulgación científica, Adrián Paenza brindó una charla en la Facultad que llevó el mismo título de sus impensados best sellers: Matemática... ¿estás ahí?. Durante el encuentro se refirió al sorprendente fenómeno de sus libros, criticó la manera en que se enseña y planteó varios problemas que sorprendieron a los asistentes.
Por Gabriel Rocca

Hasta hace tan sólo unos años, ¿cuántas personas se hubieran animado a apostar que un libro sobre matemática, la materia que más odios despierta entre los estudiantes, podría permanecer durante varias semanas en la lista de las obras más vendidas del mercado editorial? Uno de los principales sorprendidos fue, por supuesto, el propio Adrián Paenza, autor ya de tres volúmenes sobre el tema, quién tampoco se anima a explicar las razones del fenómeno.

Licenciado y doctor en ciencias matemáticas por la FCEyN, profesor de la casa entre 1986 y 1997, además de periodista con una amplia trayectoria en medios gráficos, radiales y televisivos, Paenza recibió este año el premio Konex de Platino a la divulgación científica. También acaba de publicar Matemáticas... ¿estas ahí? Episodio 3,14, conduce el programa Científicos Industria Argentina que puede verse actualmente por canal 7 y está grabando un nuevo ciclo sobre matemática que emitirá, el año que viene, la señal Encuentro.

Invitado por la Facultad, Paenza brindó una charla en la que, matizada con buenas dosis de humor y anécdotas personales, hizo referencia a la inesperada situación que está viviendo, defendió a la educación pública, se quejó por la forma en que se dicta matemática en las escuelas y expuso algunos juegos y problemas que obligaron a aguzar el ingenio del público.

Los 13 puntos

El Aula Magna del Pabellón I estaba prácticamente completa, lo que, sin dudas, constituye un indicador más de la curiosidad que el tema despierta en la actualidad. Paenza comenzó señalando que si bien estaba acostumbrado a dar charlas, en la Argentina y en el exterior, estar en Exactas tenía para él un significado especial. “Venir acá, es venir a mi casa. No puedo evitar tener el estómago revuelto”.

Inmediatamente y dirigiéndose a los estudiantes, el periodista se refirió a la “extraordinaria” formación que recibieron y reciben los alumnos de esta facultad, reconocida por muchos egresados luego de viajar al exterior. “Yo estoy a favor, cosa que es sabida, de la educación pública, gratuita, laica y obligatoria. Pero esto va más allá de una cuestión de principios. Lo que quisiera transmitirles es mi entusiasmo por valorar lo que tenemos. Es muy difícil darse cuenta, y cuando uno se da cuenta es cuando terminó. Yo los invito a que piensen en la educación que están teniendo, porque hay que aprender a valorarla. Esto no significa estar de acuerdo con todo, pero defendámosla”.

Para intentar remarcar lo particular que tiene el momento actual, en cuanto al interés masivo que despiertan sus libros, Paenza se remontó a febrero del 1988. En ese momento, Carlos Ulanovsky, por entonces encargado de los editoriales de Clarín, le pidió que escribiera una nota relacionada con la matemática. “Te van a echar, le dije. Pero bueno, escribí la nota y la publicó en la página central del diario. Mi vieja lo tiene enmarcado y todo (risas). El artículo empezaba con la siguiente frase: matemática... ¿estás, ahí? Y seguía con algunos ejemplos que luego formaron parte de mis libros. Ahora bien, al día siguiente no me llamó Ulanovsky para decirme que miles de personas estaban llamando al diario encantados con que el artículo, ni me llamó el director de Clarín para pedirme que siguiera escribiendo. Entonces está claro, algo pasó. ¿Qué pasó? Yo no sé. Pero algo pasó con la matemática. Miren, yo no me voy a quedar con el crédito de lo que dicen los libros, porque yo los podría haber escrito hace 20 años. Lo que sí digo es que es un momento para aprovechar. Hay que empezar a sacar la ciencia a la calle. Cuánto más, mejor”.

El matemático recordó entonces el primero de los problemas que había formado parte de ese artículo y preguntó a la platea: “¿Qué es más fácil, sacar trece o cero puntos en el Prode?” Inmediatamente y dado el promedio de edad de los concurrentes, indagó con cierta ironía, “¿saben lo que es el Prode, no?” Notó ciertas dudas y entonces explicó que se trataba de un juego que estaba muy de moda un par de décadas atrás, que era una especie de tarjeta en la que aparecían trece partidos de fútbol, cada uno con sus tres posibles alternativas: local, empate y visitante. Ganaba el que acertaba todos los resultados. Paenza insistió: “¿Es más fácil sacar trece o cero?, ¿Da lo mismo?”. El silencio en la sala era atronador. Decidió entonces avanzar con la solución. “Para hacerlo más fácil, pensemos lo siguiente: si fuera un sólo partido, ¿es más fácil acertar o errar? Errar, porque sobre tres posibilidades tengo dos para errar y sólo una de acertar. O sea, uno ve claramente con un sólo partido que es más fácil errar que acertar. ¿Y si fueran dos partidos? ¿Cuántas posibilidades tenemos de errar? Tenemos cuatro. Porque supongamos que los dos partidos salieron local, ¿qué pude haber puesto para errar? Empate / empate, visitante / visitante, empate / visitante o visitante / empate. O sea que, para sacar cero en dos partidos tengo cuatro chances y para sacar dos tengo sólo una: local / local. Lo mismo ocurriría con tres partidos o más. Entonces es mucho más fácil sacar cero que trece. Es más, para sacar trece hay una única manera, en cambio hay muchas maneras de sacar cero. ¿Estamos de acuerdo?”, inquirió con la seguridad de que nadie iba a decir que no.

La barrera

Paenza siguió adelante afirmando que la matemática tiene muchas cosas muy seductoras pero el problema es que se las comunica mal. “Vieron que la gente suele decir hasta con un cierto orgullo que de matemática no sabe nada. Nadie dice eso de ninguna otra cosa”, y siguió, “casi todos los chicos rechazan la matemática y hacen bien, porque lo que les enseñan en el colegio, con excepciones, es desalentador para cualquiera. Algo tenemos que cambiar. No es justo que en el menú de posibilidades no esté lo que tendría que estar. Por lo menos que digan que no les gusta la matemática después de que les mostremos la matemática, no le que les mostramos”.

Para darle mayor claridad a su afirmación, avanzó con un ejemplo: “supongamos que viene un grupo de chicos de Marte y quieren saber lo que es el fútbol. Entonces los llevó a una canchita y los hago formar una barrera y yo empiezo a tirarles pelotazos. A los cinco minutos van a empezar a los gritos diciendo que el fútbol es horrible. Ahora bien, ¿la barrera forma parte del juego? Y, sí, pero yo no empezaría a mostrarles lo que es el fútbol por ahí. Entonces, cuando los chicos recién empiezan no les mostremos la barrera, mostrémosles cómo hacer un gol, como atajar un penal, como cabecear a un ángulo. Algo que sea seductor y que forme parte de la matemática también”.

El periodista continuó haciendo hincapié en las variadas dificultades que se presentan a la hora de comunicar ciencia, en general, y matemática, en particular. “Cuando hacemos un programa o una charla de matemática, tenemos que hacer el mayor esfuerzo, todo el tiempo, para que el que está del otro lado entienda lo que le estamos contando”. Con el objetivo de dar cuenta de la magnitud de los obstáculos que se deben sortear, Paenza relató un hecho que le ocurrió durante la grabación de su programa de televisión. “Teníamos que hacer un cierre de dos minutos y me propusieron mostrar lo siguiente: si uno tiene una pizza y la tiene que repartir entre dos personas, lo típico es cortar en ocho porciones desde el medio. Lo notable es que si uno corta en ocho pero cambia el centro y va repartiendo alternativamente cada porción, la cantidad de pizza que come cada uno es la misma. Es decir, no hace falta cortar siempre por el centro. Basta con que se tome cualquier punto, lo que se tienen que hacer después son perpendiculares a 45 grados”, relató y continuó, “para hacerlo más espectacular, encargamos dos pizzas reales y le pedimos al pizzero que venga a cortarlas al estudio. Le indicamos que la primera tenía que cortarla como siempre y la otra, había que cortarla bien alejada del centro para que se note bien. Empieza la grabación y a la primera la cortó sin inconvenientes. Cuando pasó a la siguiente, se resistía a cortarla lejos del medio, pero al final lo hizo. Lo anecdótico y poco gracioso fue cuando le dije, ‘ahora haga una perpendicular’. El señor no podía hacerlo porque no sabía lo que era una perpendicular. Muchas veces uno cree que el que está del otro lado está entendiendo y, en realidad, no es que no entiende lo que uno le plantea, sino que no entiende ni siquiera el léxico. Nosotros creemos que todos lo entienden y eso no es así. El problema es que nosotros peleamos siempre, y con razón, para que la distribución de la riqueza material sea equitativa. Pero la riqueza intelectual también está mal distribuida”, expresó indignado.

Los perros de Plutón

Sobre el final de la charla, Paenza presentó un problema, que si bien aclaró que no era suyo, dijo que lo había buscado especialmente para la ocasión. “Se supone que en Plutón hay infinitos perros. Los perros eran blancos o negros. Cada perro tenía una lista donde figuraban los nombres de los perros que estaban autorizados a olfatear. Cada perro tenía una lista diferente, es decir que todas las listas eran diferentes. Más aún, dado cualquier subconjunto de perros, tiene que haber un único perro en Plutón que los tenga a ellos como lista. Además, algunos perros figuraban en su propia lista, es decir que solo podían olfatearse a sí mismos los perros que aparecían en su propia lista. Ahora bien, los perros blancos son todos los que no se tienen a sí mismos en su lista, o sea que no pueden olfatearse. En cambio todos los perros negros sí aparecen en su propia lista; es decir que pueden olfatearse”, detalló.

El desafío, según señaló, es averiguar si este sistema de reglas es o no es contradictorio en sus premisas. Para ayudar a pensar la respuesta planteó la siguiente situación: “Tiene que haber un perro, llamémoslo Fido, que tiene un su lista a todos los perros blancos. ¿De qué color es Fido?”. Antes de avanzar y tal cómo lo hizo Paenza en la charla, le pido, estimado lector, que se tome unos minutos e intente encontrar la respuesta por sí mismo.

“Veamos de qué color es Fido: si fuera negro, se podría olfatear, por lo tanto tendría que estar en su propia lista, pero en la lista estaban todos los perros blancos. Es decir que negro no puede ser. ¿Y blanco? Si fuera blanco aparecería en la lista, pero si estuviera en la lista podría olfatearse a sí mismo y quedó claro que los perros blancos no podían olfatearse a sí mismos. Entonces blanco tampoco puede ser. Es decir que no puede ser ni blanco, ni negro. Esto prueba que este sistema de reglas es contradictorio. No pueden cumplirse todas al mismo tiempo. Este problema forma parte de una de las paradojas de Bertrand Russell”, contó y agregó con cierta sorna,”saben una cosa, esto así no tiene gracia, yo les cuento la solución y ustedes dicen, ¡qué bárbaro, no! pero al final ustedes no pensaron nada.

Y ustedes, ¿pensaron?
Fuente: El Cable Nro. 674
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales - Universidad de Buenos Aires - Argentina
Intendente Güiraldes 2160 - Ciudad Universitaria - C1428EGA

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